La reacción más común ante la mención de un seguro de vida es generalmente de rechazo o de aplazamiento. Nadie siente que es hora de pensar en su propia mortalidad y es muy fácil encontrar una excusa para ni siquiera considerar tal situación: “No tengo planes de morirme todavía”, “soy joven y tengo buena salud”, “mi cónyuge podrá hacerse cargo de los chic,os” “mis padres pueden ayudar”, o una un poco cruel pero bastante común también, “nadie se va a hacer rico a cuenta mía, ni va a venir otra persona a disfrutar los beneficios de mi muerte…”.
Todas estas razones son producto del desconocimiento de la verdadera razón del seguro de vida o del valor de éste. Al contrario de la mayoría de los seguros que ayudan a su propietario a recuperarse de un evento que le afecte directamente su economía, el seguro de vida es para beneficio no del dueño del seguro, sino de sus seres queridos. Muchos expertos creen que si se les llamara con diferente nombre, muchas personas los considerarían con mayor interés.
Sin importar cómo se desee llamar esta protección, el seguro de vida es simplemente eso, una protección económica para los seres queridos y debe considerarse prácticamente sólo cuando hay una necesidad de cuidar de la familia o de los compromisos que se han contraído. Básicamente el uso y razón de un seguro de vida es sustituir en el seno familiar el producto o las facilidades económicas que usted aporta, como su sueldo, su trabajo, sus cuidados, etc.
Esto pone en el mismo nivel, tanto a quien provee el ingreso familiar, como al cónyuge que cuida de la casa y de la familia. Si dejaran de existir los aportes de uno o del otro, el sobreviviente necesitaría suplirlas de algún modo. Es tan duro para una esposa tener que salir a trabajar porque su esposo fallece, como para un esposo que queda viudo tener que cuidar de los chicos y continuar su trabajo simultáneamente, por usar ejemplos de situaciones familiares estereotipadas.
Si bien es posible que quien sobreviva pueda hacerse cargo de la mayoría de las necesidades, seguramente no será suficiente y al final muchas cosas terminan sacrificándose. Es en este momento que contar con el apoyo de un ingreso adicional es más una tranquilidad mental que una manera de hacerse rico.
Este es el caso de Marta y Andrés, quienes a principio de los 90 mudaron a Estados Unidos su empresa de construcción y reparaciones y se establecieron con sus tres hijos de 3, 4 y 8 años. Marta tenía las manos llenas con los tres chicos y en sus pocos ratos libres pintaba. Su sueño, claro, era hacer una exposición de sus cuadros en Estados Unidos. Andrés era el motor de la empresa y dirigía todas las operaciones y tristemente Marta no estaba al tanto de nada de la compañía. A los pocos años de establecidos en el país, Andrés sufrió un ataque al corazón y Marta se quedó sola al frente de la familia, el negocio, los chicos y bueno… pese a su fortaleza de carácter, fueron tiempos muy duros.
Como es de imaginar, Marta tuvo que olvidarse por un buen tiempo de sus sueños de pintar. Le tocó hacerle frente a un negocio que no conocía, en un país relativamente nuevo para ella y con los chicos aún muy pequeños. Sin embargo, Andrés demostró que su familia siempre fue su prioridad y Marta pudo hacerle frente a estas muchas tristezas con un poco más de holgura, porque Andrés tenía un seguro de vida.
Esta previsión de Andrés facilitó a Marta de los fondos necesarios para los gastos del funeral, para pagar las deudas que tenían y poner el dinero a ganar intereses con los que sobrevivieron unos meses hasta que ella pudo tomar control del negocio y adaptarlo a sus habilidades. Por ejemplo, Marta pudo hacerse cargo de éste luego de que mandó a buscar a su hermana para que estuviera con los chicos, mientras ella aprendía los requisitos del negocio y se hacía una clientela en el nuevo giro que le dio: en vez de seguir construyendo y reparando, Marta convirtió su empresa en una de remodelaciones y decoración, ¡mucho más apropiado con sus inclinaciones artísticas!
Pero aún, si nadie depende de usted, es posible que tenga interés en dejar aquello por lo que tanto ha trabajado a alguien querido o a una organización que en su nombre pueda hacer buen uso de los recursos. Por eso, muchas personas aprovechan los beneficios de un seguro de vida para crear una herencia. Y en muchos casos, hasta para poner en manos de sus herederos los medios para proteger otros legados igualmente valiosos.
Por ejemplo, a la hora de un fallecimiento, el gobierno federal y muchos de los estados aplican impuestos que, dependiendo de la herencia, pueden ser tan altos que un heredero sin los medios propios para pagarlos pudiera verse forzado a vender la herencia sólo para pagar los impuestos. En este caso, los beneficios de un seguro pueden servir para hacer este desembolso ineludible de los impuestos y aún así mantener la herencia sin liquidarla.
Por último, muchas personas encuentran que es una forma de ahorro, siempre y cuando elijan un seguro de vida de tipo permanente (o como se le conoce en inglés whole life insurance), en el que una porción de las primas de los primeros años de cotización se invierten y en un momento determinado pudieran servir de colateral para un préstamo o como una forma de ahorro.
En resumen, un seguro de vida es un beneficio que usted obtiene para su familia y seres queridos y que le permitirá lograr alguno, varios o todos de los siguientes objetivos:
Reemplazar el ingreso que usted produce en caso de su fallecimiento.
Tener fondos para los gastos inesperados de funerales o similares arreglos.
Crear una herencia para sus seres queridos.
Hacer una contribución de caridad a la organización benéfica de su elección.
Pagar los impuestos de sucesión (inheritance/estate taxes).
Tener un instrumento financiero que le facilite ahorrar, invertir o tener un colateral para préstamos.
Piense lo que tendría que enfrentar su familia si usted no está, y cómo podría hacerles más fáciles esos momentos difíciles.
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